España en América: la dimensión hispanaLa lúcida investigación del Dr. Charles Gibson y su erudita exposición sobre el papel que España desplegó en América y el desarrollo de las tierras españolas de este hemisferio proporciona respuestas a cuestiones que desde hace mucho tiempo inquietan a los lectores y a los estudiosos de la Historia. El Dr. Gibson nos recuerda los elementos importantes que las Américas compartieron en común, aunque no deja de informarnos también de que sus respectivas evoluciones tomaron caminos a menudo diferentes. No adhiriéndose a ninguna idea mística de unidad del Nuevo Mundo, el Dr. Gibson liga hábilmente muchos hilos comunes. Tanto Latinoamérica como Norteamérica sufrieron un profundo proceso de cambios, cuando personas de países altamente desarrollados para la época, penetraron en vastos territorios casi vacíos. La impronta varió de lugar a lugar, más por un medio u otro las fronteras avanzaron. Los continentes y sus territorios fueron domados, los aborígenes sometidos, expulsados o exterminados y se implantaron complicadas estructuras de gobierno coloniales para servir a los intereses de las respectivas madres patrias. Ambas Américas emplearon la esclavitud y otras formas de trabajo forzado para llevar adelante sus economías. En ambas zonas la Ilustración tuvo una influencia liberadora. En la América Latina contribuyó de modo directo a acabar con el colonialismo español o portugués. En la América del Norte las trece colonias que la Corona inglesa obtuvieron la Independencia conformando lo que se vino a conocer como los Estados de la Unión y, posteriormente los Estados Unidos de América. Hoy el cobre, el petróleo, el azúcar, el café, los plátanos, entre otros muchos productos, unen a ambas partes del continente americano con fuertes lazos económicos tan poderosos y penetrables como los intereses culturales y políticos que tradicionalmente los han dividido. No es tanto la historia común que estas zonas comparten, como las profundas diferencias que se hallan en sus desarrollos políticos y culturales, lo que hace que la historia de la América de Sur sea un campo separado y especialmente proclive a la investigación. El Dr. Gibson nos señala muchas de esas diferencias. Latinoamérica es hispana, india y, generalmente, católica; la América del Norte es anglo-protestante. En los Estados Unidos la cultura india hace tiempo que desapareció, aplastada o enterrada por la fuerza civilizadora de los europeos. No ocurrió así en la América Latina, donde la cultura nativa ha demostrado tener un vigor extraordinario. Nueva Orleans, no hace falta que lo recordemos, es más latina a pesar de su localización que Cuzco en el Perú, u Otavalo en Ecuador. En las colonias inglesas la democracia tuvo sus raíces en las asambleas representativas mientras que en la América Hispana el impulso democrático fue atenuado. La preocupación clásica por los derechos individuales que habitualmente se asocian a la tradición anglo-americana, se hizo notar por su ausencia en la América Latina donde tradicionalmente se dio más importancia al honor que a la libertad; se prefirió satisfacer la dignidad y el alma del individuo.Las revoluciones hispanoamericanas se inspiraron no en el modelo norteamericano, sino en el de la Revolución Francesa, particularmente en la fase napoleónica, y, cuando las revoluciones se fueron sucediendo, apenas si fueron movimientos de masas, sino más bien sublevaciones clasistas de los criollos contra los peninsulares; o sea, de las clases altas coloniales tratando de desalojar a la clase gobernante enviada por la madre patria. De ahí que estas revoluciones no fueran ni sociales ni igualitarias, y, como el doctor Gibson indica, muy raramente, como en México a partir de 1910 o más recientemente en Cuba, puedan identificarse esas revoluciones con algo que transcendiera los límites políticos y transformara la sociedad. En lugar del tan enraizado respeto por la ley y el constitucionalismo que asociamos con el mundo anglosajón, los latinoamericanos han sido influidos por el personalismo y han seguido al caudillo, lo mismo que obedecieron a los gobernantes autoritarios que les precedieron.Intentaré con esta recopilación del blog, y con vuestra ayuda, poner en claro todo esto, y mucho más. No siempre las páginas de la Historia están escritas como a uno le gustaría, hay episodios que nos pueden llegar a avergonzar pero no por negarlos habrán dejado de existir. Los aficionados como yo a las historias de la Historia sabemos, y tenemos meridianamente claro, que no se puede estudiar la Historia anteponiendo la pasión patriótica al análisis sereno y ecuánime de los datos que aporten las investigaciones. Hay que decir y contar las cosas como han sido y asumir la parte de responsabilidad que a cada cual le corresponda.