EL VIOLÍN DE SAMUEL

Inicios del Siglo XXIV. Los vaticinios de los augures más pesimistas han resultado erróneos: no ha llegado el apocalipsis, no han habido temibles catástrofes naturales ni grandes guerras que hiciesen la superficie terrestre inhabitable. Por el contrario, la utopía se ha impuesto: ningún país es a la vez Estado porque un poder global rige, ecuánime y democráticamente, los destinos de nuestro planeta y administra con eficiencia sus recursos; las naciones, todas, sólo merecen ser consideradas potencias, de menor o mayor magnitud, en el ámbito cultural; por fin la humanidad vive en paz y exquisita armonía consigo misma y el medio ambiente. En este contexto próspero e ideal los recién nacidos son recibidos por una sociedad cuyos componentes tienen en su gran mayoría una forma de pensar y un comportamiento que trescientos años antes serían incomprendidos, inaceptables y motivo de escándalo.