De parteras a brujas: la estigmatización del saber femenino en el Malleus Maleficarum

Al final de la Edad Media se produjo un cambio antagónico en el pensamiento eclesiástico, y pasó a considerarse hereje tanto a aquel que dudase de la existencia de la brujería como a quien la practicase. Tras la publicación de la bula de Inocencio VIII ve la luz el Malleus Maleficarum, escrito por los inquisidores Kramer y Sprenger y considerado el principal manual contra las brujas. El hecho de que un mayor número de mujeres fueran procesadas por estos delitos invita a pensar que existía una clara asociación de las mujeres con la brujería. Pero es más, los inquisidores consideraron que las comadronas disfrutaban de una posición privilegiada para practicar la brujería, dado que su actividad se llevaba a cabo en un entorno de absoluta privacidad, al cual los hombres no tenían acceso. Para dilucidar ésta asociación entre las parteras y el diablo se han analizado tanto el Malleus Maleficarum como otras fuentes históricas de diferente naturaleza como textos eclesiásticos, pertenecientes todos, de un modo u otro, a la cultura alemana de los inquisidores y textos literarios coetáneos al manual inquisitorial, aunque en un contexto diferente al alemán, lo que permitirá determinar la extensión de los poderes de las brujas en el territorio europeo. El estudio sincrónico de las fuentes revela una clara misoginia en todos los textos, así como la verosimilitud entre las gentes de la Edad Media y el Renacimiento de que las parteras practicaran la brujería. Sin embargo, las acusaciones de brujería, que perjudicaron a más mujeres que hombres, pudieron derivarse de una actitud controladora masculina y de sus intereses.