Desmemoriados

¿Quiénes somos? Todos nos hemos enfrentado a esta pregunta, unas veces desde la angustia, con curiosidad o sorpresa otras. Entonces, buscamos en la memoria el registro de nuestras experiencias, nuestros deseos, nuestros miedos y nos contamos nuestra historia. Narramos nuestras vidas y las de otros para reconocernos en el relato, para encontrarnos, para no sentirnos tan solos. Pero, ¿qué pasa cuando alteramos la memoria? ¿Qué queda de nosotros cuando la borramos, la perdemos o la colocamos en otro lugar? ¿Quiénes somos cuando no podemos o no queremos recordar aquello que nos ha pasado? La vida sin memoria se vuelve un sinsentido, un tren sin rumbo cargado de personajes estrambóticos. Sin memoria, nos lanzamos a su búsqueda épica y desesperada y nos refugiamos en las historias para volver a descubrirnos. Historias como las de estos relatos Desmemoriados. En ellos, sus protagonistas reivindican la verdad de sus recuerdos, entre reproches y reconocimientos, bajo una parra centenaria una fría noche de primavera. O se esfuerzan por olvidar para siempre, bajo el quejido musical del jazz, la crueldad, el dolor, la impotencia y el sufrimiento. O tal vez reconstruyan vidas ajenas nubladas por la enfermedad, a las que el rencor ya no hace daño y el perdón no puede redimir. A veces, los recuerdos traicionan a nuestros personajes, restituyendo de improvisto y sin piedad la culpa mitigada por los años. Otras, son las memorias artificiales las que toman las riendas de nuestras vidas, las aceleran y las vacían. O intentan apoderarse de nuestro espacio y suplantar nuestras vidas, nuestra biografía. Porque, ¿dónde reside nuestra esencia?, ¿quiénes somos?, en definitiva.