Un verano, un adiós

En diversos momentos y circunstancias nos vemos enfrentados con la muerte, no porque ésta nos venga a buscar, sino porque viene a llevarse a nuestros seres queridos, cuya partida de este mundo nos deja muchas veces un gran dolor y un profundo vacío, a la vez que nos hace pensar que un día también cada uno de nosotros tendrá que partir de este mundo.

A partir de los recuerdos y de la añoranza de una mujer que perdió a su marido cinco años atrás y a la que le está costando hacer su proceso de duelo, la muerte se le presenta con un rostro femenino como el suyo y un trato amigable que le ayuda a ver una realidad más profunda: que ella, la muerte, aunque cumple una función, tiene también un rostro humano, que no es fría y cruel, que no hiere los sentimientos ni roba los recuerdos de nuestro corazón, sino que ayuda a mantenerlos vivos y presentes para que las personas que hemos amado en este mundo continúen viviendo entre nosotros, aunque de otra manera, sin dejar por ello que hagan su camino hacia el destino donde Dios les espera