LA BURUNDANGA

Mikel nunca hubiera imaginado que su trabajo le llevaría a frecuentar comisarías atestadas de tipejos con aspecto de traficantes o mujeres que parecían prostitutas, ni que se vería metido de lleno en una trama deleznablemente urdida con un propósito descabellado y misterioso. Después de todo, siempre había dado la razón a su madre: Mientras el resto de los chicos de su barrio soñaban con ser astronautas o futbolistas, él invertía la mayoría de su tiempo en devorar, extasiado, los volúmenes polvorientos de la bilbioteca de su abuelo y en fantasear con la idea de poder seguir haciéndolo durante el resto de su vida... Sin embargo, todo aquel asunto turbio y deshonesto acabó aguijoneando su instinto de investigador hasta límites insospechados, y pensó que podría haber resultado sorprendentemente divertido de no ser porque su futuro y el de Blanca estaban en juego...