De acuerdo con las investigaciones por el profesor Jeremy Rifkin del MIT, el año 2008 significó el inicio de la decadencia de la 2ª revolución industrial, con unos precios del petróleo prohibitivo y volátil, impulsores de la interrelación entre las burbujas del crédito y la deuda pública y del desplome del poder adquisitivo en todo el mundo. Por ello, es obligada la transición, durante 2014-2050, hacia un régimen energético y un modelo productivo nuevos, para evitar una importante decadencia de nuestra civilización. A partir de principios del presente siglo XXI, la convergencia entre la comunicación por internet y las energías renovables, origina la plataforma tecnológica de la 3ª revolución industrial de naturaleza distribuida, colaborativa y sostenible, compuesta por 5 estructuras básicas interdependientes, que funcionan como un sistema industrial, en la que empresas y negocios pueden desarrollar una serie de nuevas tecnologías, productos y servicios.
La nueva revolución industrial cambian los roles, las relaciones sociales y la conciencia humana, dando lugar a nuevos modelos organizativos y de negocios distribuidos, participativos y colaborativos e importantes cambios en los sistemas o métodos de producción, desde los sustractivos en masa o serie, hasta la producción digital, aditiva y discreta. La implantación de aquella, requiere el desarrollo de una política industrial, de Innovación (I+D+i) y de investigación e innovación para la especialización inteligente, basada en la creación de un contexto competitivo y el cambio estructural en las empresas y en las administraciones públicas, para la consecución de un nuevo modelo de competitividad empresarial e innovación social, basado en la innovación competitiva globalmente sostenible y en una adecuada cooperación público-privada-sociedad civil, como proyecto compartido por la sociedad.