Esta web, cuyo responsable es Bubok Publishing, s.l., utiliza cookies (pequeños archivos de información que se guardan en su navegador), tanto propias como de terceros, para el funcionamiento de la web (necesarias), analíticas (análisis anónimo de su navegación en el sitio web) y de redes sociales (para que pueda interactuar con ellas). Puede consultar nuestra política de cookies. Puede aceptar las cookies, rechazarlas, configurarlas o ver más información pulsando en el botón correspondiente.
AceptarRechazarConfiguración y más información

Javier Pérez Pons

PRESENTACI?N

?

Dejad primero que me presente en lo personal... Soy el autor de un libro un tanto extraño... Pero, sobre todo, espero hacer honor a lo que, para mi asombro, una vez, en un museo, me dijo un niño a quien no conocía. Me dijo mirándome a los ojos: "Eres bueno". Obviamente, la imagen de mi perfil no es mi retrato. Pero me siento atraído por la expresión, la actitud, la forma de ser que adivino tras los párpados cerrados de este hombre. Parece un hombre bueno. No estará de más añadir que esta pintura de Illex Beller se titula Isaac el tonto, y retrata al tonto del pueblo de... No importa: de uno de esos centenares de pueblecitos del Este de Europa y de Rusia que hasta la II Guerra Mundial estaban poblados mayoritariamente por judíos pobres (en su lengua yiddish esas aldeas se denominan shtetls: en apariencia una palabra impronunciable, pero suena más o menos como shtatles). En general, la gente tiende a menospreciar a los tontos. Yo, en cambio, los admiro. Porque, en su inocencia, los tontos se asemejan a los niños, quienes poseen un sexto sentido para las cosas del Trasmundo (al Más Allá yo lo llamo el Trasmundo, al modo de la trastienda del Universo). Y es que, ya que a mi edad no puedo permitirme el lujo de considerarme un niño, me ilusiona pensar que aún puedo contarme entre los tontos. ¡De hecho, hago muchas tonterías! Como ésta sin ir mas lejos: la de emplear diez años de mi vida en documentarme a fondo para escribir un tratado de quinientas páginas sobre la teoria antigua de las almas gemelas sin esperar nada a cambio (mis eventuales beneficios los destino integramente a Unicef). ¡A quién se le ocurre! Es de tontos ¿verdad Gracias: me hacéis un honor.

Desde niño, padezco una enfermedad llamada Trastorno Obsesivo Compulsivo. Aunque en mi infancia y juventud me lo hiciera pasar muy mal, esta enfermedad, vista en perspectiva, ha sido para mí una bendición: creo que me ha hecho mejor persona. Mis obsesiones son muy variadas. Pero la compulsión con que las engaño, ha sido siempre la misma: la lectura. Soy un lector compulsivo. Leyendo, me zafo de mis obsesiones, me evado. Poco después de ingresar en la Universidad, gané un concurso literario convocado por un canal de televisión, y empecé a ganarme la vida como escritor de guiones (la foto es de esa época). Como yo estaba enamorado, el tema de las almas gemelas surgió como telón de fondo para un proyecto de largometraje. Empecé a leer al respecto. El tema daba mucho más de sí de lo que imaginaba. Y así, como quien tira del extremo de un enorme ovillo, fui adentrándome cada vez más en el libresco mundo de la sabiduría antigua. Aunque las disciplinas en las que escarbaba eran muy diversas, durante más de diez años mi compulsión lectora tomó un rumbo bien definido. Pues bien, a la manera de un puzzle gigante (de, digamos, un paisaje) cuyas innumerables piezas lentamente van encajando unas con otras, un determinado paisaje fue perfilándose poco a poco en mi cabeza. Este libro de largo título -CARTAS DE AMOR DE UN VIUDO. EL MISTERIO DE LAS ALMAS GEMELAS A LA LUZ DE LA SABIDURÍA ANTIGUA- es la detallada descripción de ese paisaje.

Ahora, algunos datos de mi biografía profesional...

Nacido en Tárrega (Lérida) el 9 de agosto de 1965; he cumplido pues ya el medio siglo. Estudié en un colegio religioso, La Salle Bonanova de Barcelona, del que guardo gratos recuerdos. Luego me matriculé en la Facultad de Derecho sin demasiada convicción porque lo que me gustaba era escribir y aprender a hacer cine. Cuando estaba en segundo curso, vi un anuncio en la prensa acerca de un concurso co-patrocinado por TV3 de Cataluña y una productora cinematográfica. Buscaban guionistas para comedias de situación. Presenté los episodios que me solicitaron y, para mi sorpresa, gané el concurso ex-aequo junto con otro joven de mi edad, Lluís Vilarrasa -mejor escritor que yo y mejor amigo-. Eso me abrió la puerta para cursar un Máster de Escritura para Cine y Televisión en la Universidad Autónoma de Barcelona. Entretanto conseguí un contrato en TVE para trabajar como co-guionista en un programa infantil llamado Pinnic. Al año, escribí un guión de largometraje que presenté a un concurso de la productora cinematográfica de Canal Plus España. También tuve suerte esta vez y fui uno de los seleccionados, pero la película no se llevó nunca a término. Empecé a trabajar como co-guionista para Canal Plus, donde colaboré en un programa para niños titulado P+o-xo% (Programa Más o Menos Multiplicado o Dividido). Yo seguía escribiendo guiones para películas con vistas a eventuales concursos. Una vez, escogí como trasfondo para una comedia el tema de las "medias naranjas" y, mientras me documentaba, descubrí que había todo un acervo de textos antiguos que hablaban al respecto. ¡Resultaba que, para numerosos sabios antiguos, no se trataba sólo de un mito: ellos creían en la realidad de las almas gemelas! Y eché en falta un libro que compilara todo ese corpus de sabiduría oculta. Los libros que hallaba en los estantes de las librerías solían ser manuales sobre cómo hallar al alma gemela sin mención a ese caudal de textos antiguos. Así que me entusiasmé y decidí escribir yo mismo ese libro, en cuya documentación me embarqué durante más de diez años. Dejadme añadir que, a este entusiasmo que os digo, contribuyó en gran medida el hecho de que, desde años atrás, yo anduviera platónicamente enamorado de una chica un poco más joven que yo; enamoramiento que perdura y que tuvo su detonante en un encuentro casual de la adolescencia que despertó en mí algo así como un sentimiento de déj? vu, como la reminiscencia de un amor antiguo y profundo. Ese sentimiento dejó en mí una huella imborrable, y una sensación de misterio ante la existencia que no ha dejado de acompañarme desde entonces. En fin, ésta es mi historia. Y éste es mi libro: "Mi libro" porque no tengo intención de escribir ningún otro, ya me perdonaréis. Y es que soy del parecer de mi admirado Jorge Luis Borges, que decía que, con todo lo gratificante que es escribir un libro, es mucho más placentero leerlo.?