Esta web, cuyo responsable es Bubok Publishing, s.l., utiliza cookies (pequeños archivos de información que se guardan en su navegador), tanto propias como de terceros, para el funcionamiento de la web (necesarias), analíticas (análisis anónimo de su navegación en el sitio web) y de redes sociales (para que pueda interactuar con ellas). Puede consultar nuestra política de cookies. Puede aceptar las cookies, rechazarlas, configurarlas o ver más información pulsando en el botón correspondiente.
AceptarRechazarConfiguración y más información

Patricia del Carmen Guiñez Sepulveda

En mayo del 2007 sentí el imperioso deseo de escribir sobre el amor, relacionando este noble sentimiento con mi experiencia de vida, mi relación de amor con Dios, con mi esposo y mis tres hijos a los que amo profundamente, siempre sentí una gran admiración por aquellos logran cautivar a los lectores con un libro y mi deseo era lograr aunque fuera en unos pocos esa sensación.

No tenía prisa y cuando una idea o experiencia de vida aparecía lo anotaba, me sentía feliz con todo lo que había vivido, contaba con una hermosa familia, esposo e hijos maravillosos, profesionalmente me sentía identificada y querida, todo parecía perfecto hasta ese fatídico 22 de mayo del 2008…

Ese día marcó para siempre mi vida y la de mi familia, mi hijo mayor recién había cumplido 27 años y se preparaba para rendir su examen de grado y recibir su título de abogado, esa fría mañana de otoño de una forma brutal e inesperada, se fue para no volver, una hemorragia intracerebral lo arrancó de nuestro lado sin dar ningún aviso, encontrándonos de golpe con una realidad despiadada. Mi corazón de madre se negó a aceptar esta cruel desgracia, tuve un duelo patológico muy difícil de superar, pensé que no sería capaz de continuar viviendo, durante más de tres años me sentí perdida, sin la capacidad de reorganizar mi vida, por más que luchaba no podía superar el dolor de no tenerlo.

Frente a este hecho demoledor, un día decidí continuar escribiendo, lo haría en homenaje a su recuerdo, la experiencia fue dura, yo ya no era la misma y nunca volvería a serlo, me esforcé mucho, pensando que nuestra experiencia de vida podría servir a tantos padres, hermanos, familiares y amigos que han sufrido el dolor de perder a un ser tan querido.