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Fernando Pamos de la Hoz

Soy Fernando Pamos de la Hoz -Madrid 1966-, abogado en ejercicio desde 1991 y penalista por vocación y convicción.


 
He pertenecido durante 22 años al Turno de Oficio del Colegio de la Abogacía de Madrid, siendo galardonado con la Medalla de Honor por mi dedicación. He impartido clases a compañeros que se iniciaban en esta profesión tan maravillosa y he sido elegido tutor de jueces en prácticas durante muchos años.


Desciendo de una saga de cuatro generaciones de abogados, fiscales y notarios, por lo que se puede decir que la profesión la llevo en la sangre.
 
 
Con relación a mi actividad profesional durante más de 32 años, son de reseñar las defensas del asunto denominado Escuchas del CESID, que en la década de los noventa les costó el puesto al Vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, y al Ministro de Defensa, García Vargas, los sumarios en la Audiencia Nacional de los regímenes militares de Chile y Argentina -el denominado Caso Pinochet-, la defensa de la presunta agresión a Jesús Neira, que tantos medios de prensa ocupó; la acusación por el caso de transfuguismo en la Asamblea de Madrid que le costó la presidencia a Rafael Simancas. También presenté la primera denuncia en la Fiscalía General del Estado contra Cristina de Borbón, por los hechos del caso Noos. He escrito en prensa sobre los Casos Bretón y los Vuelos de la CIA y, entre otros casos destacados a reseñar, asumí también la defensa de la extradición a Argentina del ex militar Ricardo Cavallo, por los crímenes de la dictadura, condenado allí ahora a prisión perpetua.
 
 
Padre de dos hijos, mi pasión vital, compagino mi profesión con estudios oficiales de Humanidades: dos postgrados oficiales en la Universidad Complutense de Madrid, en Ciencias de las Religiones y Estudios Avanzados en Filosofía. La lectura de poesía, ensayo y voluntariado con personas en situación de calle son otras actividades que me llenan inmensamente.
 
 
 
Los tres libros aquí publicados, incluyendo el primero de poesía que publiqué,, ahondan en las grandes cuestiones que me fascinan: el ser humano y sus preguntas eternas e inmemoriales.
 
 
Transcribo alguno de los poemas del libro "Mi sombra soy yo":
 
 
"Fantasmas vestidos de día"
 
 
"Estoy cansado de cansarme.
 
De ver fantasmas vestidos de día que empieza y me hacen burla.
 
De sueños inútiles de paz interior, de falta de sosiego y ausencia de valentía.
 
Arrojaría la caña al dios bueno y peregrinaría hacia él con lo puesto.
 
Acaso con mi libro de Juan Ramón, "Ellos", y de una balada triste como yo.
 
Este mundo no me gusta. Nada.
 
La envidia, el hambre, la pena de ser hombre y a la vez no saber qué se es.
 
Camino a oscuras con un pasado borrado.
 
Elijo las paredes de la habitación para formarme idea de los límites.
 
Los que nunca tuve.
 
Pregunto a esos limites si son para mí, si todavía me alcanzarían para vivir, si con ellos mitigaría el vértigo del abismo y la conspiración de las horas que no me dan tregua.
 
Alcanzo mi punto de tensión vital y me derrumbo, agotado, ahora buscando los límites del sueño, los que me llevarán a paraísos de juegos adolescentes con los míos.
 
Los "míos", posesión irracional e imposible.
 
Veo a mis hijos con "los suyos" que otrora eran "esos míos" e intento, sin que se note, unirme al grupo.
 
Me visto como ellos, gorra de lado, pantalones de pitillo y camiseta que no muestre el desgaste de los años.
 
Acudo a sus fiestas de incógnito y me acerco a sus chicas, futuras conquistas .
 
Todo era una pomada contra las cicatrices del tiempo.
 
El reflejo de mis ojeras en sus gafas de sol me llevan al coche, a casa y a mi caja de pastillas contra la adversidad".
 
 
 
Retorno
 
 
"Retorno a mis 17. Pupitre, pizarras, compañeros que son mis hijos y unas gafas de vista cansada que son muleta y vejez.
 
Busco en el saber respuestas a mi miedo, intentando comprobar que es común a todos (o acaso a todos los que son "como" yo).
 
Pero no lo es.
 
Es un ansia de eternidad la que me lleva a la filosofía y su estudio.
 
No comprendo el mundo.
 
Odio la decrepitud y la pérdida de conciencia de los ancianos.
 
No puedo comprender que alguien no sepa quién es (aun siendo mi atributo principal, mas no desde un olvido que es horrenda enfermedad).
 
No concibo el dolor, el mal, el sufrimiento.
 
No puedo asumirlos queriendo, como deseo ardientemente, querer a Dios".
 
 
 
 
 
 
Fe-licidad.
 
 
¿Qué queda del horror que los ojos del hombre vieron el siglo pasado
 
¿Qué de la poesía y la ternura
 
La humanidad necesita llorar hasta quedarse seca.
 
Vaciado de lágrimas el ser humano, restaría por construir un mundo nuevo.
 
Una sociedad de guirnaldas y Cristos sonrientes, de amores que no dañen y de muertes que ruboricen al mismísimo difunto.
 
Un espejo que no se cruzara, una pastilla que mitigara todos los dolores.
 
Una para soportar el esfuerzo de levantar la palabra felicidad y la otra para aguantar los borrosos efectos del término recién aupado.
 
Lloremos, vaciémonos y apuntalemos las letras.
 
Cuidado, no repitamos mucho el sustantivo, no vaya a huir y nos deje solos con la primera sílaba.
 
Esa fe nueva de ahora, impuesta por obra y gracia de los mercados.
 
La fe que nos hace comulgar con ruedas de molino y creer en un bienestar pueril.
 
Una creencia que no es tal y sí adoración ciega al becerro de oro.
 
Fe y credo en el capital, los índices bursátiles, los personajes insulsos y el pensamiento único.
 
Sostengamos entre todos la palabra.
 
Hagamos fuerza para unir las sílabas.
 
Esa fe suelta es drama y cadenas, indigencia y esclavitud.
 
Reivindiquemos la felicidad"
 
 
 
El miedo, la muerte, la angustia existencial -cuestión tan filosófica para D. Miguel de Unamuno, profesor que fue de mi abuelo en la Univesidad de Salamanca-, el paso del tiempo, la felicidad, el anhelo de amor, la búsqueda del Misterio y la trascendencia.
 
Todas ellas, y otras, aparecen en las páginas de los dos libros autobiográficos ya publicados y en el poemario.
 
 
"Cayó la noche" constituyó terapia obligada para salir de un episodio vital duro y en él rindo homenaje a mi hermana, que hubiera cumplido 50 años cuando se publicó. Nos dejó con 25, como una generación entera, la mía, que ahora pone rostros y sentido al libro. A ellos estas páginas, plenas de amor y recuerdo.
 
 
Adjunto enlace de una entrevista en la Cadena Ser sobre el mismo:
 
http://cadenaser.com/emisora/2015/02/18/radio_madrid/1424272112_142131.html
 
 
 
"Las patrias perdidas" es un recorrido por lo que eran entonces mis 20 años de ejercicio, desde un concreto asunto con gran trascendencia pública que defendí, y una crítica brutal a los juicios paralelos y a la inmundicia de los programas de televisión que en horarios de máxima audiencia linchan a los imputados, como sucedió con la persona que yo defendía, algo que le llevó a un desenlace mortal.
 
Los beneficios de todos los libros son destinados a seres excluidos, sin hogar, a los que la vida me ha dado la oportunidad, y suerte, de conocer y cuidar.
 
Un saludo, quedo a vuestra disposición y os invito a conocer mi pagina Web.
 
www.fernandopamosdelahoz.com