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Desde la antigüedad la histeria fue una enfermedad femenina
propia de mujeres que no mantenían relaciones sexuales. La ciencia
del siglo XIX, lejos de adoptar una posición crítica con el conocimiento
heredado de sus antecesores, la considero un grave problema
epidemiológico. Este trabajo muestra como la ciencia moderna
asumió prejuicios de género en la clasificación de las enfermedades.
Para ello se analizan los capítulos relativos a este problema de salud
femenina de tres ginecólogos -Arce y Luque (1844), Scanzoni von
Lichtenfels (1862), Bedford (1864)- y de Freud (1895). Este trabajo fin
de grado muestra que, aunque no hubo consenso ni en los factores
etiológico ni en el tratamiento, todos estuvieron de acuerdo en seguir
considerándola una enfermedad propia de mujeres sexualmente
insatisfechas.