Cuando la vida se detuvo tenía dos caminos, quedarme sentada viendo pasar frente a mí una pandemia sin precedente, la cual afectó incluso mi área laboral dado que me dedico al Turismo –sector de los ahora llamados “no esenciales”- o bien, moverme. Y entonces decidí moverme, tenía aproximadamente 30 años saliendo a trabajar de ocho de la mañana a ocho de la noche; cuando de repente, sin más, me tocó hacer jornadas reducidas y regresar a mi casa a comer en familia -esto sí fue algo de lo más bello de todo- y así, convertí las tardes en mi taller de escritura. Alguna vez alguien me dijo que si plantas un árbol, tienes un hijo y escribes un libro, entonces habrás vivido, y dije: ya tengo un hermoso árbol, es un Guayacán regalo de mi esposo hace 15 años cuando nació mi hija menor y tengo 3 hijos a los que amo con toda el alma, realmente he vivido una vida hermosa, pero me faltaba un último punto, ESCRIBIR UN LIBRO, y aquí estoy.
El libro es un deshago de mis sentimientos ante esta terrible situación que afectó y afecta a familias, empresas, niños, adolescentes, personas mayores, toda una sociedad que a diario se tambalea. No pretendo educar, aunque he tomado más de cuatro cursos acerca del COVID19, es sólo una reflexión, un toque al alma y al corazón. El libro son mis palabras plasmadas y tal vez, sólo tal vez sea una semilla que nos ayudará a germinar a una nueva época, que si algo va a dejar el COVID sean cambios positivos, amor y mejores cosas de lo que ahora estamos vislumbrando.
Tomen su tiempo de lectura, identifíquense, búsquense en cada capítulo y encontrarán la magia de este libro, que con tanto amor decidí escribir.
Gracias amado esposo, gracias hijos y gracias nueras por apoyarme siempre, por escucharme y animarme a hacer de este sueño una realidad.