Ignasi Raventós Cardús

Cuando, con apenas ocho años, me aprendí aquellos versos de Espronceda, "Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela", descubrí qué queríá ser de mayor. Años más tarde, recién salido a la venta, devoré "Cien años de soledad". Y entonces me enamoré de mi profesora de literatura. Pero como yo era un estudiante de cuarto de bachillerato, tuve que dar como imposible mi amor platónico y dedicar mis sentimientos y emociones a la lectura. Estudié Ciencias de la Información, sin entender cómo puede ser la información una ciencia. Al acabar los estudios, cometí la estupidez de dedicarme a la publicidad, profesión del todo incompatible con mi forma de ser. Tardé veintidós años y sufrí lo insufrible, hasta que me di cuenta de que hacer anuncios y spots de TV no era lo que más felicidad me proporcionaba. Decidí abandonar y dedicarme a ese sueño que un viento en popa a toda vela me inspiró de niño.