Hablando de temores, uno de los míos son los ratones (que me pongo mala cuando los veo). Y una buena terapia para superar temores es reírse de ellos. El año pasado me apunté a un curso de monólogos y elaboré uno en el que el tema principal eran "mis amigos" los roedores.
Os dejo un fragmento:
Y los ratones están en nuestra vida, metijoneando, desde nuestra más tierna infancia. Todavía me acuerdo de cuando se me empezó a mover mi primer diente:
—Mamá, mira, se me mueve el diente.
—¡Qué bien!¡Qué ilusión! Cuando se te caiga lo pones bajo la almohada para que venga el Ratoncito Pérez y te deje una moneda bajo la almohada.
Y yo no sé si es que soy rara, pero pensar que un ratón va a corretear entre mis sábanas y a meterse bajo mi almohada mientras duermo… más que hacerme ilusión… ¡me da un asco…!
Y el nombre: Ratón Pérez.
“Noticia de última hora. El jefe del cártel mejicano, Ratón Pérez, ha sido apresado con un alijo de 100 kilos de marfil puro… “
¡Ahora entiendo por qué los elefantes temen a los ratones!
Aunque a lo mejor es boxeador.
“En la esquina derecha de la cama, con calzón blanco: ¡Ratón Pérez!”
(saludar al estilo boxeador y poner pose de guardia, puños ante la cara)
—Me voy a llevar el diente que tienes bajo la almohada y todos los que te arranque a puñetazos.
Cuando por fin se cayó el diente, me lo tragué. Y va mi madre y me dice:
—No importa, seguro que de todas formas el ratoncito viene esta noche para traerte una moneda.
¡Mierda! Si me he tragado el diente… ¿no es un ratón?, ¿no vive en las alcantarillas? Pues que se espere a que lo cague que ya se lo envío a domicilio. Pues no, tiene que venir. Que la verdad… tanto interés por meterse en mi cama… ¿a ver si al final va a resultar que es cura?
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