INDIGNAOS
Ya sabéis de sobra que el lodazal
deja su cáscara cuando seca,
sometiendo vuestros cuerpos jóvenes
a una rugosidad impuesta por prepotencia.
No dejéis vuestra indolencia con nómina
en todos sus emporios y trajines legales
y os tilden de honrados esclavos
para que su bien social arrecie
sobre los mausoleos de la protesta.
Pisotead la espora de su abnegación
que degüella el sacro salario
y destripa el derecho del singular
que pinta almenas violetas
habitando el ala de un principio.
Espolead las calles aletargadas,
sumidas a la hipnosis "prime time",
y desgañitaos en verter lo esencial
y la cólera del vetusto hartazgo.
No dejéis más al tiempo en sus manos
porque su grasa anquilosa emociones
para muestra fósil de la historia
que embellecidos y correctos caballeros
disecarán sobre libros de texto
sin fisura que cobije hijos.
Es hora del plante a la palabra
que, mansamente, dora la peana
donde mora la alimaña insaciable
del credo de los descréditos,
del vacío de la complacencia.
No os detengáis a vuestras espaldas,
es la rabieta del coro monocorde,
el crujido miserable de un billete,
seguid sin titubear el gesto
porque sólo atrás chirría el silencio
de una amalgama de sepulturas.
Indignaos, indignaos,
que su miedo deje de arrastraros
por el surco insondable de la indiferencia.
(Por Kabalcanty) Mayo 2011.