Me gustaría participar, pero también me gustaría que me refresacara alguien la memoria, porque hace mucho que no vengo por aquí y que no participo. Estoy en el medallero, os indico, por si os pensáis que soy nuevo, no lo soy, pero no sé hasta dónde ha cambiado todo esto. Dadme información sobre cómo participar, please, que se me olvidó casi todo. |
¡No desesperes, LaSacra! Los dos últimos días siempre caen 4 ó 5 relatos. Es verdad que antes el post de comentarios estaba más animado, pero yo creo que era porque antes se libraban muchas batallas en estos hilos; ahora que hay mejor rollo, parece que el post está sosete. Pero yo al menos prefiero esto a un foro de ambiente pre bélico. ¡Saludos! |
Ejem, ejem.. ¿qué tal esto? ¿Qué se hizo del rencor? ¿Y de la inquina? ¿No os queda un resquemor, una intención ladina, algo como vitriolo que horada el pensamiento, algo como un veneno que intoxica el recuerdo? ¿No sabéis de un amigo o un viejo conocido al que una antigua afrenta y ocultos pensamientos de venganza, de daño, le turban en sus sueños desde hace muchos años? Pues vamos, vamos... Dadle al teclado como si tuvieseis una vieja cuenta pendiente con él... Y escribid un relato hermoso, sencillo y talentoso. O en la línea bizarra: ¡Cernícalos malolientes, pútridas equidnas de Oceania, dejad de vagar como cosaco ebrio por la estepa, dejad de perder e ltiempo como tortuga gris incubando sus huevos bajo el sol del desierto de Abraham y escribid vuestros relatos rencorosos! ¡Ya! |
Otro fragmento inspirador, Hamlet. ¡Ah, legiones celestiales! ¡Ah, tierra! - ¿Qué más? ¿Afiado el infierno? ¡No! - Resiste, corazón, y vosotras, mis fibras, no envejezcáis y mantenedme firme. ¿Acordarme de ti? Sí, pobre ánima, mientras resida memoria en mi turbada cabeza. ¿Acordarme de ti? Sí, de la tabla del recuerdo borraré toda anotación ligera y trivial, máximas de libros, impresiones, imágenes que en ella escribieron juventud y observación, y sólo tus mandatos viviran en mi libro del cerebro, sin mezcla de asuntos menos dignos. ¡Sí, sí, por el cielo! ¡Ah, perversa mujer! ¡Ah, infame, infame, maldito infame sonriente! Mi cuaderno, mi cuaderno; he de anotarlo: uno puede sonreír y sonreír, siendo un infame. Al menos, seguro que es posible e n Dinamarca. Bueno, tío, ahí tienes. Y ahora, mi consigna: «Adiós, adiós, acuérdate de mí.» Lo he jurado.
|
cita de bizarro
¡¡¡COLGAD VUESTROS RELATOS, HIJOS DE MIL PUTAS!!! (aprovecho que la Ley Pajín está todavía en la sartén, perdón por la crudeza, repesto a las mamás de todos ustedes, pero espero ser el primer multado)
Da gusto estar de nuevo en casa....como echaba de menos estos exabruptos tan agradables...ahhhh |
Gracias a todos los que habéis participado (aunque algunos me habéis dado muy mala vida, que lo sepáis). Los relatos que se pueden votar son éstos: · La hija de la ratona. · El bufón. · No subestimes el lado oscuro de la fuerza. · Rivales. · Ni perdona ni olvida. · Nadie sabe lo que piensa un perro cuando sabe que va a morir. · Mi versión de los hechos. · Ni tu nombre. · El muro. El relato “La casa del rencor” no tiene autor conocido, por lo que, en principio, queda fuera de concurso. Si hay objeciones ahora es el momento de decirlo y argumentarlo. Son nueve relatos lo que quiere decir que se vota a tres (tres, dos y uno, ya sabéis). Para votar, ya sabéis, privado al canto. Confirmaré todas las recepciones de votos. Los recuentos los haré cuando haya material y me venga bien. |
Otro fragmento inspirador, Hamlet.
¡Ah, legiones celestiales! ¡Ah, tierra! - ¿Qué más?
¿Afiado el infierno? ¡No! - Resiste, corazón,
y vosotras, mis fibras, no envejezcáis
y mantenedme firme. ¿Acordarme de ti?
Sí, pobre ánima, mientras resida memoria
en mi turbada cabeza. ¿Acordarme de ti?
Sí, de la tabla del recuerdo borraré
toda anotación ligera y trivial,
máximas de libros, impresiones, imágenes
que en ella escribieron juventud y observación,
y sólo tus mandatos viviran
en mi libro del cerebro, sin mezcla
de asuntos menos dignos. ¡Sí, sí, por el cielo!
¡Ah, perversa mujer!
¡Ah, infame, infame, maldito infame sonriente!
Mi cuaderno, mi cuaderno; he de anotarlo:
uno puede sonreír y sonreír, siendo un infame.
Al menos, seguro que es posible e n Dinamarca.
Bueno, tío, ahí tienes. Y ahora, mi consigna:
«Adiós, adiós, acuérdate de mí.»
Lo he jurado.