Introducción
El conjunto normativo que se conoce como leyes mosaicas —ese conjunto de reglas contenidas principalmente en los libros de Éxodo, Levítico y Deuteronomio, que no deben ser confundidas con la Ley de Dios, Sus Diez Mandamientos—, siempre ha planteado un reto para quienes se dicen cristianos.
Grupos hay que al reconocer que Dios no cambia (Malaquías 3:6) y que su ley no puede ser aumentada o disminuida (Deuteronomio 4:2) consideran que las mismas siguen vigentes tal cual fueron ordenadas y, a la par que profesan la fe en Jesús como Mesías y redentor, siguen observando la aplicación de las mismas.
Otros grupos, cuyo hincapié está en la revelación dada en lo que se conoce como Nuevo Testamento las descartan señalando que las mismas solo son sombras de lo venidero (Hebreos 10:1; Colosenses 2:17) y que en la actual dispensación se encuentra uno bajo la gracia no bajo la ley (Romanos 6:14).
Pareciera que ambos grupos tienen razón, pero dado que ambas posturas son mutuamente excluyentes, las dos no pueden ser correctas, a menos que exista una tercera posición que permita conciliar ambas posturas.
En efecto Dios no cambia (Malaquías 3:6) y su ley no puede ser aumentada o disminuida (Deuteronomio 4:2), de igual forma la Escritura señala a la ley como sombras de lo venidero (Hebreos 10:1; Colosenses 2:17) y en la actual dispensación se encuentra uno bajo la gracia no bajo la ley (Romanos 6:14), más sin embargo ambas posturas se concilian cuando se considera que dichas leyes, las leyes mosaicas, no han dejado de tener vigencia pero la misma ha sido espiritualizada.
Pablo en su primer carta a los Corintios señala que primero lo material, luego lo espiritual (1 Corintios 15:46), de igual forma escribiendo a los Romanos señalaba que la ley es espiritual (Romanos 7:14), es así como aquel conjunto de normas conocido como leyes mosaicas, materiales en su cumplimiento inicial, deben ser consideradas en la actualidad en su cumplimiento espiritual, con todo y todo ¿hay evidencia escritural de esto? Sí que la hay.
Deuteronomio 25:4 señalaba como parte de aquel conjunto normativo la disposición “no le pongas bozal al buey mientras esté trillando”, esto era acatado de manera material, así tal cual estaba señalado, más sin embargo, una vez venida la plenitud de los tiempos en la figura de Cristo, ¿cuál es la lectura espiritual de aquella norma?
1 Corintios 9:1-14
1 ¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?
2 Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor.
3 Contra los que me acusan, esta es mi defensa:
4 ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber?
5 ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?
6 ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?
7 ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?
8 ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley?
9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes,
10 o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.
11 Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?
12 Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros?
Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo.
13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?
14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.
En esta cita Pablo, en el contexto de aquel entonces, donde quienes se dedicaban de tiempo completo a la Obra del Señor tenían derecho a vivir de ella, reflexiona sobre aquella disposición contenida en Deuteronomio 25:4 dándole, no su correcta, pero si su más plena interpretación al espiritualizarla.
De esta forma, el entendimiento inicial implica reconocer que lo que se conoce como leyes mosaicas no han sido suprimidas, pero que su consideración ha pasado de una aplicación puramente material a una donde la espiritualización de las mismas guía al creyente en su propia edificación. Esta es la intención de esta serie de libros siendo que en este primer volumen se abordaran los mandamientos del 205 al 248 (de hacer) y del 1 al 7 (de no hacer) según están ordenados en el último apartado de la presente obra titulado Los 613 Mandamientos de las leyes mosaicas.
Que el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros nos ilumine y fortalezca para crecer en el conocimiento del Padre y de Su Hijo, a través de la Palabra escrita y de la Palabra hecha carne, para Su mayor gloria, para testimonio de las naciones y para nuestra propia edificación, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria en Cristo Jesús.
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