Promesas silenciosas

Una vez, fuí niña jugando con las pinturas, enredando las palabras, soñando con paraísos y sujetando la pureza de unos ojos inocentes que miraban el allá sin divisar sombra alguna, sin conciencia de oscuro ni temor ninguno. Otra vez, fuí adulta...¡oh, sí que lo fuí! por un segundo.... descifrando los garabatos imprecisos con el rostro prieto ante la frustración de la incomprensión, lidiando con las mareas ininterrumpidas movidas por vientos de sorpresas no afables, observando mis manos tensas en un hacer entorpecido por el descubrir de un mundo imprevisto. ¡Intenso segundo! ... sufre el corazón mil veces en cada boom de la vida, se entumece con cada escalofrio oscuro y en esos dolores deja presente y en alto que la esperanza prevaleció, y el sueño. La inocencia no se marchitó a pesar de los pesares. Una imprudencia grave para quien quiere ser adulto avispado. Una victoria para quién sólo aspira llegar al final siendo humano.