Ensayo político con una primera parte donde se alterna el intimismo con la crónica de unos hechos que a muchos nos marcaron para siempre, los atentados del 11M en Madrid, así como la utópica visión de un proceso que bien pudo ser distinto al acontecido realmente. Se trata de plasmar como esos hechos sacaron lo peor y lo mejor de nosotros mismos, pero sobre todo como los partidos políticos manipularon en interés propio la realidad y, por tanto, a la sociedad. Esta primera parte termina con un canto a la esperanza, con una recreación de lo que podría haber sucedido esos días, y por extensión en el futuro inmediato de nuestra sociedad, si se hubiera actuado de manera diferente tras los atentados. Una madre que conversa con la foto de su hijo muerto en uno de los trenes se convierte en el vehículo que, viajando en un constante ida y vuelta en el tiempo, nos traslada el protagonismo de la esperanza. En la segunda y tercera parte se busca, sobre la base del análisis sectorial de los aspectos más relevantes (educación, justicia, medios de comunicación terrorismo, cultura¦), argumentar el proceso de deterioro que ha sufrido nuestra democracia como consecuencia de la apuesta por las ideologías y de los dogmas que la acompañan. El descarado interés de la izquierda por apropiarse de todo aquello que significa progreso y, por tanto, demonizando a todo aquel que discrepe, además de los tradicionales complejos de la derecha aceptando este supuesto y refugiándose en un inquietante concepto, el "centro" político que todo lo cura. Un concepto que se convierte en arma deseada y recurrente tanto de la izquierda como de la derecha en su lucha por el voto. El objetivo final es demostrar que la ciudadanía en nuestro país no es de izquierdas ni de derechas sino progresista, un progresismo no en el sentido pretendido por la izquierda sino como defensa de valores comunes que proporcionan progreso a una sociedad, valores que compartimos todos, seamos de izquierdas o de derechas. Se trata de llevar a cabo un proceso de concienciación a todos los niveles con el fin de superar miedos en búsqueda de la tan ansiada regeneración ciudadana. El epílogo final trata de reflejar, a través de un juego de contradicción (está bien visto / está mal visto), la realidad de lo que somos poniendo en evidencia el relativismo lacerante de parte de nuestra sociedad.