Órdenes y desorden

¿Puede un prisionero de guerra, esclavo del enemigo y rehén de su peor de pesadilla querer no ser rescatado Eliot, como cualquiera, tiene claro que no, rotundamente no, del mismo modo en que tiene claro que odia a los vampiros y que no les dejará ganar la guerra.
Dunkel, después de asesinar al pelotón de Eliot y tenerlo de rodillas frente a él, tiene muy claro que los pilares del pensamiento de ese humano no son lo suficientemente robustos como para soportar la potencia de su voz cuando da una orden; así que Eliot va a tener que descubrir, después de pensar que detesta a los vampiros más de que lo que jamás creyó, que si lo aterrador es también atrayente y lo doloroso, placentero, para lo odioso también se aplica esta norma.