Hagakure o Curriculum Mortis, El Sufrimiento por la Memoria; es una novela que narra en primera persona la historia de un hombre, que a pesar de los avatares por donde lo lleva el destino, lucha por mantenerse incorruptible en su búsqueda de la verdad y del camino justo, sin embargo, a medida que corren las líneas, va mencionando con desenvoltura y naturalidad gran parte de los sucesos que serán determinantes en su fin último, sin percatarse siquiera, de que cada uno de estos actos conforma un hilo que borda pacientemente el camino oscuro a recorrer, con un final inesperado para él.
Moviéndose en el delgado trazo que separa lo permitido de lo no permitido, por momentos se deja llevar por la marea de emociones enrarecidas, llegando a practicar actos reñidos con las leyes y las buenas costumbres, pero dejando siempre la puerta abierta, por donde algún día piensa huir definitivamente hacia la luz del día claro.
El personaje de la historia, criado en la intersección formada entre el lumpen y la pobreza, trata de mostrar la cara más humana de los personajes infaustos que lo rodean, intentando tácitamente de justificar en alguna forma sus procedimientos. A medida que transcurre su devenir, va adquiriendo casi sin percatarse, conductas de vida propias de los barrios bajos en que se desenvuelve su existencia, llegando a mimetizarse con ese submundo.al que odia y también ama.
Hagakure es un término utilizado en la doctrina zen y que literalmente significa oculto bajo las hojas. Precisamente, es lo que pretende develar el autor a través del personaje de Gerónimo, lo sustancial que está allí donde la simple mirada no puede alcanzar.
Como afianzando el pensamiento budista respecto del sufrimiento, el protagonista manifiesta un estado casi permanente de desconsuelo, reconociendo que el deseo carnal grabó gran parte de sus cicatrices existenciales a fuego vivo.
Cuando el escritor hace mención en el título de su obra, al término Currículum Mortis, se refiere claramente a los estigmas del pasado, que jalonan el camino hacia las veredas más abruptas de la existencia, no permitiéndonos escapar de la inexorable ley de nuestro propio y autogestado karma.