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HELENA LORENZO CABRERA

¿Cuál es el motor de la Vida? ¿Conocemos su sentido? ¿Está nuestra realidad predeterminada o se va construyendo a medida que avanzamos en la línea del tiempo? ¿Deseamos todos lo mismo?

Estas son las preguntas que nos hacemos en algún momento de lucidez o de conexión con nuestro interior. Algunas respuestas son obvias. Todos buscamos lo mismo, la felicidad. Aunque definirla es difícil si somos serios. Nada de hablar de paraísos, de cócteles en playas caribeñas o de piscinas llenas de chocolate. Los más pesimistas siempre dirán que la felicidad no existe. Los más optimistas ni se lo plantean, la felicidad es ver una peli con una buena cena y tranquilito en casa, así de sencillo.

La verdad es que cualquier acontecimiento podría en primera instancia producir felicidad o infelicidad. Es una cuestión de percepción personal. Algunas personas verán felicidad en tener una rutina diaria y para otras esto mismo será un infierno. La cuestión radica en darle un sentido a lo que acontece,  darlo por válido, sea lo que sea. Si nuestro cerebro reptiliano genera la necesidad de guardar silencio siempre que entramos en estado de secuestro emocional, mientras descubrimos la necesidad, la transformamos en posibilidad y encontramos una respuesta creativa, podremos construir  un  aprendizaje nuevo de cada experiencia frustrante en un principio. Entonces habremos descubierto dentro de nosotros mismos el componente de la felicidad más nombrado, la Libertad.

Ser esclavos de nuestras necesidades es una de las causas de infelicidad más común. Si considero que lo que me ocurre es una amenaza para mí o está en mi contra de forma sistemática, es imposible encontrar calma y armonía en nuestra vida, porque no podré encontrar el sentido de nada, ni de la propia vida. Por el contrario, si conseguimos entender que los acontecimientos se suceden generalmente como consecuencia de nuestros actos y que es la percepción la que nos va llevando de una a otra, entonces es cuando transformamos una percepción tóxica en una sana como por efecto dominó se transformarán otras muchas percepciones anteriores y posteriores.

Hay muchas situaciones que se repiten, una y otra vez, porque necesitamos descubrir  algo que todavía no sabemos para construir un nuevo aprendizaje que nos permita transformar alguna percepción tóxica en otra sana, entonces la Vida se convierte en un continuo juego de detectives. La Vida se presentará como un continuo de escenas, ligadas, interrelacionadas, vinculadas e influyentes unas en las otras. Nuestra misión en esta Tierra es encontrar el sentido a esta secuencia, el significado en nuestro crecimiento como individuos, como colectivos, como grupos sociales, como culturas vivas.



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