La aparición de una enfermedad con capacidad de difusión tal como para tornarse en una pandemia global, indefinida y de rápido desenlace individual y alta tasa de letalidad, produce un impacto social negativo que actúa en detrimento de la unidad de acción y de la claridad de objetivos como para lograr las capacidades de superar las individualidades y actuar mancomunadamente.
Es en consecuencia que la tragedia aumenta con la demora en la dilucidación de su etiología lo que representa en sí una mayor catástrofe de carácter planetario, pero más aún cuando se descubre que esa causa se encuentra entrelazada a lo ostentoso, a la opulencia y que se encuentra directamente relacionada con el derroche.
Finalmente se puede arribar a la conclusión que ninguna amenaza es tan peligrosa para el ser humano como su capacidad autofágica si no se actúa en Sociedad y es por lo cual puede retroceder aun con cada paso con el que cree que avanza.