La protagonista, Sara de 35 años, podría representar la voz de muchas mujeres en España, generacional e ideológicamente. Su vida es una lucha por sobrevivir ante las continuas imposiciones externas: de pequeña por parte de una educación estricta; de adulta, por parte de su pareja y compañeros. De profesión decoradora, su principal misión consiste en realizarse como persona, madre y esposa. Sara podría ser cualquiera de las mujeres que cruzan a diario nuestras calles, la profesional o la ama de casa. De puertas para adentro ese anonimato se desvanece para pasar a ser la señora del amo de la casa, la mujer sometida, controlada y deshilvanada. Subyace en la novela una crítica a la actitud hipócrita y farisaica de quienes se ufanan de una moral que contrasta con su vida privada. Una catarsis alquímica desvela la naturaleza de las frecuentes reflexiones de un personaje quimérico sobre la actitud y comportamientos de los personajes de la novela.