Leyendas iqueñas, las que faltaban

Entre bromas, historias y cuentos se llega a las leyendas que dan pie a esta interesante obra que cautiva al lector con un lenguaje sencillo, bien escrito y que despierta las ganas de pasar, de una a otra narración, sin querer abandonar la lectura.
Nuestro autor empieza con una piedra milagrosa que debió pertenecer a la evangelización colonial temprana o tal vez, producto de alguna inundación antigua, en tiempos de culturas pre incas, piedra que fue arrastrada al valle y que representa los cimientos de un grupo de leyendas por demás curiosas y de trascendencia.
Lo interesante de esta narrativa se encuentra en la habilidad de Oscar Calmet para mezclar en cada una de sus leyendas, no solo el cuento entretenido que representa este género, sino lograr introducir hechos reales históricos que, a su vez, contienen pasajes verídicos de usos y costumbres de la idiosincrasia iqueña, así como pasajes geográficos recogidos del ayer.
Denota el contenido, en la gran mayoría de leyendas escogidas en este trabajo, un pleno conocimiento de la evolución de la ciudad de Ica que solo pudo ser relatada por quien ha crecido en sus calles o por quien puso mucha atención a los relatos orales de su entorno mayor. La visión de lo que fue y la realidad de lo que es, no escapa a la pluma ágil y franca de un iqueño orgulloso.
El lector irá encontrando la curiosidad del investigador entre santos y demonios, entre chismes y medias verdades, entre viejas y viejos, entre brujas y niños, entre tentaciones libidinosas que lo llevarán a contagiarse, el mismo, de las inquietudes de las tramas que está leyendo. Buscará llegar al final de las mismas y no quedarse en la curiosidad que esta lectura despierta en él. Ese es otro de los valores de un trabajo bien estructurado, ameno y que el licenciado Calmet presenta con mucha pulcritud revestido de grandes emociones. Dos escenarios difíciles de conjugar.
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