Vivimos en un mundo donde impera la velocidad. Escribimos mensajes rápidos y los respondemos más rápidamente. Máquinas digitales archivan miles de imágenes, pero no tenemos un álbum de fotografías. El instante pasa y se olvida. Sentarse a leer un libro implica reducir esa velocidad, sentir el tiempo con otros parámetros. Escribir un libro significa dominar el tiempo, entrar en la profundidad del alma y sentirla.
Andrés Waisten se ha sentado a escuchar sus propios pensamientos, ha observado los hechos de la vida cotidiana, ha analizado sentimientos más o menos comunes a todas las personas. Después, buscó las palabras que tradujeran la vastedad de su mundo interior. Ellas aparecieron, con su riqueza intrínseca, y formaron frases plenas de un conocimiento vivo e intenso.
En “Nació el cavilar de un joven”, este joven escritor presenta una compilación de sus pensamientos, cuyo objetivo está marcado por el autor: creer en uno mismo.