2020

A veces me vienen las ganas solas, así de repente, se cuecen en mi estómago y hierven en mi cabeza. Me lanzo al ordenador con entusiasmo y plasmo mil proyectos de ideas en la pantalla, odas de ingenio, todas brillantes, van construyendo un maravilloso castillo de naipes. Tras cinco minutos la cabeza se enfría, las ideas quedan en reposo a fuego lento, esperando que las sazonen. A los diez minutos la falta de sustancia me obliga a apartar algunas al borde del plato, las ideas empiezan a pegarse en el fondo de mi cabeza como en una olla vieja. A los quince la falta de sal empieza a ser notoria, el potaje cerebral acaba en la basura y mi castillo de naipes se desmorona.
Es entonces cuando me pregunto por enésima vez qué estoy haciendo.¿Por qué me empeño en escribir ¿Merece la pena seguir con esta batalla perdida ¿A quién quiero engañar ¿A los demás o a mí mismo ¿Es orgullo o es miedo lo que me impide abandonar
La vida sería mucho más fácil si aprendiera rendirme. Hasta que eso ocurra seguiré sentándome ante la pantalla de mi ordenador a cocer ideas absurdas y a construir castillos de naipes.