La Lectora Prodigiosa

Cuando escuchamos una hermosa y melodiosa voz femenina que es una exquisitez absoluta para el oído más delicado, estamos ante un don celestial con el que ha sido agraciada esa mujer, y no reparamos en asegurar que su dicción se diferencia vivamente de una locución normal.

Ante ese don, percibimos que su voz pronuncia de forma pausada, con la pequeña detención rítmica que exige una recitación perfecta, y, al leer un texto con su cadenciosa expresión, su lectura llega a producir tal deleite al oyente que a éste le pareciera estar escuchando una sinfonía y asistiendo al desarrollo de los diversos temas, frases, motivos, emociones, sentimientos y la grandeza que llevaron a su autor a escribir la partitura.

Para apreciar la magnificencia de semejante voz hace falta una sensibilidad muy especial.

Es el caso de la voz de Marina, una joven licenciada en Turismo e Historia del Arte que, al no encontrar acomodo con su formación en el mundo laboral, se emplea como recepcionista de hotel y, en un viaje por París disfrutando de un premio promocional de la entidad, conoce a Daniel, un escritor que pasa por una crisis de creatividad, y éste le descubre su excelsa cualidad que ella ignora, cuando le pide que lea para él algunos párrafos de un libro elegido al azar.